Publicado 23 Mayo, 2012 en FastCoExist.com (ver el artículo original aquí).
“¡Lucharé contra estas represas hasta que yo muera!” lo proclama Cecilio Olivares con suficiente fuerza como para hacerle toser. Nacido y crecido en el bosque Patagón, Don Cecilio tiene 93 años, y sus ojos son como el río Baker que fluye a menos que cinco kilómetros de su misma puerta: azules y profundos. “En el corto plazo, se soluciona los problemas energéticas de Chile, ¿Pero después?”. Ahora, dice él, es el momento para que Chile haga algo diferente.
Han propuesto la construcción de cinco represas en la aislada región de Aysén en el sur de Chile. Tres en el río Pascua salvaje y deshabitado; y dos en el río Baker, el río más caudaloso de Chile. El Baker es el corazón tremendo de Aysén, y forma el centro de las tradiciones y el patrimonio esta región.
Se estima que el proyecto propuesto por la compañía privada multinacional HidroAysén costará más que 11 mil millones de dólares, generaría una cantidad inmensa de energía (2.75 gw), la cuál sería enviada hacía el norte del país para abastecer el centro de población a través de una línea de transmisión de 2,000 kilómetros. “En diez años, tenemos que duplicar nuestra producción de energía,” dice María Irene Soto, gerente de comunicaciones de HidroAysén.
El modelo económico del neoliberalismo de Chile demanda una tasa de crecimiento económico muy alta, “y la energía es la base del crecimiento,” dice la Sra. Soto. El país importa aproximadamente 75% de su energía en carbón, diesel, y gas natural; los proponentes dicen que las represas en Aysén ayudarían al país al tener una matriz energética más limpia y barata. Los detractores insisten que las mega-represas son tecnología antigua, y el aumento de la producción energética no es para el sector privado, sino para las grandes minas en el desierto norteño del país; el daño ambiental de las represas solo generaría más daño ambiental.
De hecho, el sector minero ocupa 60% de la energía de Chile. “La eficiencia energética es la clave para nosotros, y tenemos que provechar nuestros recursos renovables no-convencionales,” dice Mitzi Urtuba del ONG Chileno Ecosistemas. “Chile tiene la mejor calidad de energía solar del mundo en el desierto Atacama. Justo al lado de las minas.” Las ambientalistas en Chile y fuera del país han construido una campaña para frenar las represas y la línea de transmisión, pero en Aysén, la gente se preocupa no solamente de proteger los ríos, sino protegerse ellos mismos.
“La gente de Aysén quiere vivir mejor,” dice la Sra. Soto, mostrando unos folletos lustrosos detallando los beneficios que HidroAysén traerá a la región. Aysén es una isla continental, conectado al resto de Chile por un istmo delicado compuesto de una carretera no pavimentada y varias barcazas. Es difícil acceder a asistencia médica y la educación superior. Los precios elevados de los alimentos y el combustible son perjudiciales para muchas familias. Establecido en los primeros años del siglo 20 por gauchos y familias pioneras, los Ayseninos siempre han sentido como el gobierno central no toma en cuenta las necesidades de la región. Así que, las promesas de HidroAysén—trabajos, una carretera pavimentada, energía más barata, y hospitales mejorados—son atractivas. La compañía ha asperjado liberalmente la región con plata, pagando los costos de tratamientos dentales, comprando computadoras para los colegios, y aunque la compañía solo tiene uno de los dos aprobaciones que necesita (todavía no han presentado los estudios de impactos ambientales de la línea de transmisión), HidroAysén ya está ofreciendo clases en cómo manejar equipo pesado y otras habilidades relevantes, convirtiendo gauchos en trabajadores de construcción especializados. “No echo la culpa a la gente de aceptar el dinero,” dice Francisco, un estudiante universitario de la región. “Les dan cosas que el Estado nunca ha dado.”
El turismo es una industria creciente en Aysén. Lodges de pesca están apareciendo en las orillas del Baker cerca de su nacimiento en Puerto Bertrand. Áreas de camping en la zona de inundación propuesta recibieron casi 400 visitantes en el verano de 2012, un número pequeño, pero que crece cada temporada. Una lema nuevo, “Aysén: Reserva de Vida”, anuncia los paisajes prístinos de la región. “El recurso principal de Aysén es la calidad del medio ambiente, y es importante desarrollarlo con cuidado,” explica la Sra. Urtubia. Pero el recurso más abundante fluye por los dedos de empresas extranjeras. Abastecido por los campos de hielo norte y sur, Aysén y sus ríos contiene la reserva de agua dulce más grande del mundo después de la Antártica, pero nada de este recurso natural pertenece a la gente Chilena. En 1981, el dictador y presidente, General Augusto Pinochet, firmó el Código del Agua que privatizó los derechos del agua de Chile, haciendo que los derechos se puede intercambiar en los mercados internacionales, como cualquier otro bien del Estado. Endesa, el accionista principal de HidroAysén (y un subsidiario de la empresa Italiana Enel), es el dueño del 80% de los derechos del agua de Chile. Cada río en la Patagonia representa un proyecto hidroeléctrico futuro. El acceso complicado ha dejado a la región sin mayor intervención hasta ahora, pero con la carretera e infraestructura de HidroAysén, Aysén—y sus ríos prístinos—quedarían abiertos para el negocio.
Al borde de sus propios futuros, los cuidadanos de Aysén están muy divididos. Teresa, una enfermera jubilada, dice, “Las represas nos pondrían en el mapa. Necesitamos el progreso.” Otros, como Margarita Baigorría Cruces, están más escépticos: “HidroAysén es pan para hoy y hambre para mañana.” Mucha gente se hace eco de sus palabras. “No estoy a favor de las represas,” dice Nils Campos, quien ha asistido a varias capacitaciones ofrecidos por la compañía. “Pero si me dan la oportunidad de avanzar, la voy a tomar, por que cuando ellos tengan que quieren, no vamos a ver nada.” Edita Cardenas Cruces está de acuerdo. “Somos pajaritos frente de la tormenta. Donde hay dinero, hacen lo que quieren.”
Verónica Venegas Q, una socióloga de Aysén, dice, “¿Cómo puede el gobierno dejar que HidroAysén soluciona los problemas de nuestra región?”. Preocupada de los impactos sociales de la industrialización rápida, ella menciona el ejemplo de otro proyecto hidroeléctrico de Endesa en el centro de Chile. Más que 700 miembros de las comunidades indígenas Pehuenche fueron desalojados de su tierra; resultó que su comunidad se desintegró. “La región anteriormente aislada del Bío-Bío ahora se caracteriza por la entrada sin restricción de gente de afuera, la especulación de la tierra, y la deforestación,” reporta el blog Patagonia Under Siege. Parece que la gente de Aysén si quieren el progreso, pero teman el costo alto del progreso demasiado grande y demasiado rápido.
En Febrero 2012, un movimiento social histórico surgió desde Aysén. Ciudadanos bloquearon las carreteras, paralizando la región, exigiendo que el gobierno central reconozca su valor como ciudadanos del país y tomar pasos innovativos para permitir que avancen de una forma que corresponde a la cultura de la región. Marchas por solidaridad surgieron por todo el país, pancartas y banderas proclamaron “Patagonia Sin Represas!” y “Aysén Es Chile También!”. La lista de demandas incluyó la regionalización de recursos naturales, y la autorización de la región para decidir sobre temas como las represas. Aysén exige un modelo nuevo, descentralizado, uno que reconoce el valor único de su gente como habitantes de uno de las últimas áreas silvestres del mundo. Dado el apoyo y autonomía para provechar de este valor, creen que pueden dar mucho más a Chile en cambio.
“La Patagonia es el lugar donde la humanidad paró,” dice Jonathan Leidich, un operador turístico en la región. “Es el lugar donde podemos aprender de nuestro pasado y empezar de nuevo, de la forma correcta.” Construir represas en los ríos Baker y Pascua solucionaría los problemas energéticos de Chile, pero si Chile sigue priorizando el crecimiento económico sobre el bienestar social y la preservación de los recursos naturales, pronto el país exigiere más electricidad, más represas, y tal vez más plantas de carbón. “La tasa de crecimiento del mundo es insostenible,” dice Sr. Leidich. “El modelo nuevo tiene que surgir de los países menos desarrollados, porque ‘el mundo desarrollado’ ha construido hasta que no puede construir más.”Chile está en un cruce. En lugar de industrializar las áreas silvestres para avanzar un sistema de desarrollo anticuado, los líderes del país están en condiciones de revolucionar su industria energética y su industria humana. Sra. Urtubia concluye, “Solo falta que decidamos.”
Cecilio Olivares se ajusta su cuerpo delgado en la silla. “El Baker pertenece a todo el mundo. Y nos toca todos de nosotros cuidarlo. Tenemos que aprender, enseñar y cambiar nuestra consciencia.”